Una música que es una forma de expresión más dura que pura. Eso sí, una dureza que no venía de la contundencia seca e inmediata que se puede lograr con una base rítmica y sí de una visión oscura, eufórico depresiva al mismo tiempo. Unas letras cuyo sentido es el sinsentido, y una sonoridad cuya dirección buscada era no llevar a ninguna parte. Dos concepciones que hipnotizan. Aunque no exactamente en las formas, sí es posible asociarles al punk en su actitud. De ahí que se les metiese en el saco after punk y de paso en la onda siniestra... aunque -el ya fallecido- Bernardo Cordellat [¿cantante-escritor ¿carismático y underground es compatible?], José Tarín (guit), Andrés Carretero (bajo), Lisandro Giordani (batería) y José Muriel (teclas) fuesen más bien por libre. Llegan a grabar un par de maquetas. Una música para una minoría dentro de otra minoria, pero con esa curiosa capacidad hipnotizante. © LCdP 2019 21-06-2019